Sería imprudente pensar que el recurso a materiales despreciados, o de deshechos, o insólitos, y la subversión de técnicas antiguas, corresponden a unas intenciones antiartísticas. De hecho se trata de romper con unas costumbres y de contrariar unos códigos, de librarse de una noción de pintura que la considera un objeto perdurable y precioso, de atacar una imagen convenida y oficialmente difundida de la pintura, producida con unos fines hedonistas.
EMMANUEL GUIGON